Es incuestionable que, el alumbrado artificial de las vías urbanas es un gran logro pues permite desarrollar una gran variedad de actividades nocturnas.
Sobre
este tipo de contaminación, que también redunda en el medio
ambiente y en la salud de la ciudad, sobre la que indudablemente
influyen las costumbres de vida, no existe de momento concienciación
social, pese a las consecuencias numerosas y perjudiciales.
Entre
las mismas se encuentran el aumento del gasto energético y
económico, la intrusión lumínica, la inseguridad vial, el
dificultar el tráfico aéreo y marítimo, el daño a los ecosistemas
nocturnos y la degradación del cielo nocturno, patrimonio natural y
cultural, con la consiguiente pérdida de percepción del universo.
Las
manifestaciones más evidentes son el aumento del brillo del cielo
nocturno, por reflexión y difusión de la luz artificial, de forma
que altera su calidad y condiciones naturales hasta el punto de hacer
desaparecer estrellas y demás objetos celestes.
Es
por ello que la luz artificial hay que emplearla de manera adecuada
y, con la cantidad imprescindible, según lo necesario para ver.
No
obstante, estudios científicos preocupados por este perfil de la
contaminación de la atmósfera, y en concreto de las poblaciones
urbanas, indica que es posible prevenirla, y recomiendan como
prácticas para su fin:
-
Impedir que la luz se emita por encima de la horizontal y
dirigirla sólo allí donde es necesaria. Emplear de forma
generalizada luminarias apantalladas cuyo flujo luminoso se dirija
únicamente hacia abajo.
-
Usar lámparas de espectro poco contaminante y con gran eficiencia
energética.
-
Iluminar exclusivamente aquellas áreas que lo necesiten, de
arriba hacia abajo y sin dejar que la luz escape fuera de estas
zonas.
-
Ajustar los niveles de iluminación en el suelo a los
recomendados por organismos como el Instituto Astrofísico de
Canarias o la Comisión Internacional de Iluminación.
-
Regular el apagado de iluminaciones ornamentales, monumentales
y publicitarias.
-
Prohibir los cañones de luz o láser y cualquier proyector
que envíe la luz hacia el cielo.
-
Reducir el consumo en horas de menor actividad, mediante el
empleo de reductores de flujo en la red pública o el apagado
selectivo de luminarias. Apagar totalmente las luminarias que no sean
necesarias.
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