Cada vez hay más personas que denominan nuestra era como “La Edad del Plástico”, y es que ese tipo de material maleable se ha introducido en nuestras vidas hasta inundarlo absolutamente todo. Si miramos a nuestro alrededor, todo contiene plástico; de hecho, diversos estudios de los últimos tres años demuestran que el plástico está literalmente en todos lados , incluso en bebidas y comidas. La sal de mar es una de las formas en la que los microplásticos, producto del desperdicio de botellas, bolsas y otros objetos de plástico, están entrando a nuestro organismo.
Han supuesto una “revolución” sobre todo en tecnología y medicina, permitiendo la democratización de la tecnología permitiendo el abaratamiento del a misma, y la reducción de infecciones en las operaciones médicas gracias al uso de utensilios de plástico (jeringas desechables, bolsas de sangre, válvulas del corazón, catéteres, prótesis, córneas artificiales, etc.).
No obstante, igual que somos conscientes de las ventajas del plástico, tenemos que ser capaces de ver también las desventajas. ¿Hasta qué punto nos salen a cuenta todos los beneficios aportados por este material si supone la degradación progresiva no solo de la Tierra, sino también de nuestra propia salud?
Tenemos, por tanto, el deber urgente de frenar el consumo de plástico desechable, fomentar su reutilización y comprometernos con un entorno de equilibrio y sustentabilidad para evitar seguir perjudicando a la naturaleza y a los seres que habitan en ella (incluidos nosotros mismos).
Campaña ONU "Mares limpios"
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